martes, 17 de febrero de 2009
Comentarios de Dario Ergas
Ambos quedamos muy conmovidos por la charla de Silo en Roma, cuando se le preguntó por la reconciliación social. Cómo hacen los pueblos que han sufrido guerras y exterminios para reconciliarse, o cómo lo hace uno mismo cuando ha sido dañado por la violencia en la vida personal o familiar. Silo dijo en esa ocasión que si queremos entrar de verdad en este tema meditemos sobre la Venganza; agregó que no podremos responder a la pregunta sobre la reconciliación social, si no entendemos cuan profundamente arraigada está en la cultura occidental la estructura de la venganza. “Esa creencia profunda de que se puede resolver algo haciendo sufrir al otro aquello que el otro me hizo sufrir a mí o a otras personas”.
Godi en su libro, investiga sobre la función que cumple la venganza en el siquismo y nos la va develando como un modo de restablecer un equilibrio, de compensar un núcleo de conflicto en que la venganza es una reacción instintiva para restablecer un equilibrio síquico. Incursiona en nuestras raíces, entra en la sicología del hombre paleolítico, intenta mostrar la utilidad de ese mecanismo cuando el ser humano luchaba para dominar la naturaleza, y cómo ese mismo mecanismo trasladado en épocas históricas, nos está llevando a la autodestrucción. Indaga comparando culturas y descubre cómo en las culturas orientales surgieron grandes hombres capaces de saltar por sobre su violencia proponiendo la no violencia.
La venganza consiste en dañar a otro que me ha dañado. Se trata de un castigo que infrinjo a otro por el mal que me ha causado. El castigo y la venganza son existencialmente sinónimos. La venganza se ejecuta aplicando un castigo. Puede ser que no nos consideremos a nosotros mismos vengativos, pero es muy probable que apliquemos sanciones a nuestros hijos, amigos, subordinados etc. Cuando es la Justicia la que aplica el castigo, no lo llamamos Venganza. El castigo no es decidido por mis impulsos rabiosos, sino que es decidido por los códigos de un acuerdo social concebido previamente y se supone con cierta racionalidad. Sin embargo, en el trasfondo de esos códigos jurídicos, prevalece la punición, el castigo y el sentimiento de venganza que arrastramos desde nuestros antepasados homínidas.
“Yo no quiero venganza, quiero justicia”, decimos. No quiero aplicar el castigo con mis propias manos, quiero que sea la sociedad la que me devuelva la dignidad al juzgar al que me dañó y lo castigue; quiero que quede un antecedente público de que esa acción es condenable y un mal ejemplo para todos. Es decir no sólo quiero el castigo al culpable, quiero mi propia reivindicación, mi propia afirmación, a través del castigo del otro. El daño que se me causó, además del daño mismo, me quitó dignidad, me quitó humanidad y esa dignidad, esa humanidad arrebatada es la que quiero recuperar mediante el castigo del otro.
Así, la venganza no sólo busca dañar al otro por el daño que me hizo, sino que busca, y esto es lo importante, recuperar mi humanidad y dignidad arrebatada por el culpable y lo realizo quitándole su dignidad y su humanidad.
“¿Cuándo será el día que la tortilla se vuelva, que los pobres coman pan y los ricos mierda?”. Es una canción del siglo pasado. ¿Por qué no se cantaba “cuándo será el día que todos comamos pan”? Porque la pobreza, no sólo es pobreza, es dignidad humana arrebatada, en este caso por los ricos. No sólo quiero comer pan quiero mi humanidad, mi espacio en la sociedad, mi dignidad humana.
Entonces, la venganza se nos aparece como un mecanismo sicológico para recuperar la humanidad que creo que se me ha arrebatado.
El sujeto de mi venganza, al que considero culpable, experimentará lo mismo y comenzaremos el círculo de la violencia hasta que cada bando destruya al otro, es decir hasta la autodestrucción humana, o al menos hasta la autodestrucción de esa cultura basada en la venganza.
Tenemos que considerar en esta reflexión, que el ser humano, no es su pasado, es esencialmente su futuro, está proyectado al futuro. Por tanto la venganza, no sólo es sobre algo que me sucedió, está proyectada a futuro por el daño que me causará el otro, por la humanidad que me será arrebatada por el otro si llega a tener esa posibilidad. Entonces habrá que dominarlo, someterlo, explotarlo, impedir como sea que tenga la posibilidad de dañarme a futuro. Es la venganza por el futuro, o por mi temor al futuro.
Avancemos. Estamos poniendo énfasis en que la venganza, si bien se ejecuta causando un daño al otro similar al que me causó, lo que busca es recuperar la humanidad arrebatada. Pero ¿qué es esto tan preciado que llamamos humanidad y que me fue arrebatado y qué es lo que recuperé efectivamente cuando consumé mi venganza? Se trata de algo importante, que hace a la esencia de mi vida.
Con el daño que se me infringió se me quitó algo esencial, algo de la esencia de mi vida. Eso que se me quitó hace que mi vida pierda su razón de ser, su sentido. Entonces con la Venganza busco recuperar la esencia y el sentido.
El motor de mi venganza no es simplemente dañar al otro, es extraer del otro una esencia vital que perdí con el daño que me causaron. El ojo por ojo, no busca el ojo del otro, busca extraer del otro esa esencia de mi humanidad que perdí cuando perdí el ojo. No definamos esa esencia, pero es lo que me hace humano, lo que me da sentido. ¿Por qué el daño que se me causó lo experimento como pérdida de sentido?
Estamos en el núcleo de la cuestión. Acaso en el momento anterior al daño, ¿estaba en presencia de esa esencia, de ese sentido? ¿Efectivamente experimentaba en mí la “humanidad”, la dignidad humana”? Pues no, el sinsentido precede y sucede al acto de venganza. Es desde el sinsentido que es posible la venganza. Es desde el estado ilusorio de la conciencia que cree que tiene sentido, en que es posible creer que con la venganza lo recupera.
Nuestra reflexión sobre la Venganza nos llevó a la pregunta por el Sentido de la existencia.
En esa charla de Silo que mencioné al comienzo, en Roma, en el Parque Attigliano, él nos recordaba el Zaratustra de Nietzschez, diciendo ¡salvemos al hombre de la venganza! Zaratustra baja de las montañas para visitar a los hombres y lo primero que le llama la atención es que estos no sepan que Dios ha muerto. La muerte de Dios hace suponer a Nietzschez la posibilidad de un nuevo ser humano, y éste es el regalo que les trae desde las altas montañas. El hombre es algo que debe ser superado les dice, les traigo al superhombre.
Desde la mirada que estamos llevando, la muerte de Dios, es el sinsentido, no verlo, es la ilusión de la conciencia creyendo que tiene un sentido que ya no tiene: Dios ha muerto. Nadie escucha a Zaratustra y todos prefieren al último hombre. “Conviértenos en el último hombre”, le gritan y quédate tú con tu superhombre. El último hombre, el que inventa la felicidad porque no tiene la experiencia de la felicidad, el que se droga y se fuga para olvidar la muerte de Dios y su propia muerte.
A finales del siglo del 1800, todavía no llegaba el último hombre pero hoy está entre nosotros. Ya no es posible esperarlo, ya está aquí y en el eco de las altas montañas se escucha en el rumor de los ríos la frase “el hombre es algo que debe ser superado”.
Santiago, verano del 2009 Dario Ergas
martes, 6 de enero de 2009
Despedida de Rosario
Hola queridos amigos
Permítanme advertirles que este es un correo de varios párrafos. Y reciban disculpas por esa extensión. Parte de una necesidad.
Hemos viajado al Parque PDV y despedido, con una hermosa Ceremonia oficiada por el Maestro, a nuestra amiga Rosario.
Como es sabido, la Escuela estaba trabajando en un retiro, en el C de Estudios allí. Fuimos recibidos con la mayor calidez y esmero.
Se nos informó antes de llegar, por teléfono, el programa exacto que ellos prepararon, con horarios y lugares para cada momento.
Esto nos mostró algo de "lo que vendrá" según los apuntes que han circulado y ya nos adelantaron los Maestros allá mismo, entre mates y conversas. Los Parques de Estudio y Reflexión son ámbitos de Escuela y ya no hacemos actividad social allí. Sí retiros y jornadas de estudio con los amigos nuestros.
Cuando el Negro entró a la Sala para Oficiar la Ceremonia de Muerte y escuchamos su voz conmocionada, llamando a Rosario " compañera de ruta"...no hay palabras para describir el sentimiento que se abrió paso...La mayoría estábamos con los ojos cerrados, no sabíamos quién oficiaría, el Negro no había aparecido por allí hasta ese momento.
La Sala de PDV nos envolvía como el viento que por momentos se arremolinaba a su alrededor y nos hacía pensar que por ahí despegábamos...y nadie se inquietaba, veníamos a soltar, a conectar con Rosario, con esa Fuerza de la Naturaleza que a su paso no encuentra resistencia...
La presencia de Rosario fue tan tangible para todos y para cada uno que solo podemos agradecer tanta evidencia.
Su mamá, su hijo Bruno, Luis, su pareja de treinta años juntos, su hermano (que estuvo muy distanciado siempre de ella y ahora comienza a participar con mucha Fe en el Mensaje), su cuñada, Paula y Tomás, sus sobrinos, sentados juntos en uno de los bancos. Rodeados de sus amigos de toda una vida y de tantos copresentes que desde todo el mundo enviaban sus mejores deseos para que Rosa pueda abrirse paso triunfalmente hacia la Luz.
Luego Bruno esparció las cenizas junto con Luis y amigos, desde el Mirador, según lo pedido por Rosario.
Regresamos con paso lento y una suave y profunda alegría al "estar" a tomar algo y descansar un rato. Se dieron allí relatos espontáneos, de anécdotas con Rosario, la familia se encontraba allí en varios grupos, Bruno con los chicos de Los Cuervos, Luis, Mela y Alicia Ovejero en una larga mesa donde también pude estar y allí escuché más de aquello tan hermoso qeu nos dejó la Rosa, días antes de partir, sobre el "hay mucha más belleza!!"
Mela, su mamá, le preguntó días antes qué es lo que ve cuando duerme o hace sus trabajos, por dónde viaja...que cuente.
Rosa le dijo : el cielo no lo vi. el infierno tampoco (su mamá participa en El Mensaje, también es cristiana). Pero...ay! mami si supieras todo lo hermoso que hay!!! si supieras!!! no sé cómo decirte...hay maravillas!!
En cuanto a Bruno, su hijo, y su Obra, Rosa me ha dicho muchas veces que mejor equivocarse por hacer que por no hacer.
Bruno, es como un ángel. Nos daba ánimo y alegría todo el tiempo "por la viejita" decía.
Su Obra, esa comunidad llamada El Baqueano, y su Consejo (un poco entremezclados ambos por dinámica propia) llevan su Espíritu: Dejar Fuera lo personal, las tensiones y climas,
Arriba la Marcha y arriba el Espíritu!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!.
Rosario, amiga, el recuerdo de este viaje, de lo que fuimos descubriendo paso a paso, de tu presencia constante, de tu Luz, acompañarán mientras vivamos, dándo Fe y alentando los pasos hacia los demás, hacia ese abrir Futuro descreyendo de lo que tu cuerpo te decía, hasta el último minuto.
te abrazo, Rosa querida, siempre
Blanca
martes, 30 de diciembre de 2008
Carta de Sergio a Rodolfo
En mi caso, cuando estuve ensayando eso de "tocar el arpa" (y me mandaron de regreso porque parece que la tocaba muy mal), entre febrero y marzo del 2007, me pasaron muchas cosas de las que aún no he hablado. Me animo a contarte en confianza que en cierta ocasión estuve en una región del espacio de representación, dónde me encontré con ciertos seres espirituales (no sé de qué otro modo llamarlos) que me dijeron en textuales palabras: "Sergio, se avecina una gran conflagración mundial". En otro encuentro posterior me dijeron: "Parece que en esta región del planeta zafamos…". Ese es el resumen, o lo más importante de la conversa.
Como verás no es un tema como para conversar en el desayuno con la vieja, no sin que llamen al loquero y te lleven entre cuatro (soy un poco pesado, y además me pongo algo inquieto cuando me llevan a dónde no quiero ir), así que nunca le saqué el tema a nadie. Pero en los últimos meses, el maestro se ha mostrado tan preocupado por el asunto bélico que me estoy animando a contarlo a los más íntimos.
Cuando veo los bombardeos por TV en casa, cuando pasa junto a mí un chico de 3 o 4 años descalzo, pidiendo una moneda a cambio de una figurita (sin entender por qué, ni para qué, ni lo que le depara la vida) me invade el llanto, recuerdo aquellos momentos, recuerdo las frases del maestro en El Camino, y doy gracias por haberme encontrado con este maravilloso grupo humano que somos todos nosotros.
Qué clase de paradoja es el Ser Humano? Capaz de obrar el milagro de la creación y al mismo tiempo de acabar con su propia especie y la vida entera en el planeta?
Tal vez, cómo decía Víctor Frankl, el hombre es ese ser que ha inventado las cámaras de gas de Auschwitz, pero también es el ser que ha entrado en esas cámaras con la cabeza erguida y el Padrenuestro o el Shema Yisrael en sus labios.
Por muy cierto que esto sea, la definición se queda chica, el ser humano es mucho más que todo eso y su existencia va mucho más allá que lo que percibimos en este momento histórico. Cómo escribí alguna vez, tengo la certeza de que en todo ser humano habita un dios que puja contra una maraña de sistemas de tensiones, que distraen a la conciencia de lo importante. Creo firmemente que se avecina el maravilloso momento en que esos dioses se expresen en el mundo y saquen al ser humano de la oscuridad del abismo.
Te mando un fuerte abrazo, Sergio.
martes, 9 de diciembre de 2008
¿Qué hay ahí afuera? ¿Qué veo rodeándome?
Por Mariano Quiroga
Podría hablar de la conspiranoia que nos persigue, que me hace ver fantasmas de mentiras, secretos, mensajes ocultos, rarezas. Conclusiones inexplicables para un pensamiento unilineal, pero que tienen una complexión de mirada amplia, alejada, que a vista de pájaro es capaz de unir situaciones alejadas y dotarlas de la unidad necesaria para tener una comprensión cabal de los acontecimientos.
Pero eso solo explica una parte de las cosas. Porque si bien los conspiradores nos quieren hacer creer que no hay tal conspiración, a su vez nos venden que su plan es invencible e imposible de detener, aún contra su voluntad.
Su discurso es parte importante de la conspiración, por eso en los últimos 30 años su plan ha sido poseer todos los medios de difusión masivos a su alcance y proyectar desde sus pantallas, impresiones y frecuencias radiofónicas su mensaje totalizador. Que es, además, un mensaje multiforme para dar imagen de democracia, de libertad. Pero que es, en esencia, una diatriba amoral que propugna los valores más viles jamás presentados a tantos millones de seres en la historia.
Se ha vendido como pan una falacia basada y sostenida en la desazón, en la cerrazón de futuro, en el hundimiento del espíritu, en la separación de las personas. Se han separado hasta los seres queridos, se han distanciado y el abismo que rodea a cada individuo pareciera insalvable, imposible de superar.
Eso no es todo lo que veo ahí afuera. Pero sobre todo eso no es lo que veo ahí adentro. Adentro tuyo, adentro de él, de aquellos que están tan lejos y de esos otros de allá.
Viendo adentro, de uno mismo sobre todo, el paisaje cambia.
Porque ese discurso que provoca desazón, tristeza y que nos mantenía silenciosos y aislados, ya no resuena. Se oye como un eco lejano, como un sonido de otro tiempo. Algo caduco, anacrónico a estos tiempos.
Y esa escala de valores que se compró en un momento, hoy se cuestiona, despierta dudas, indigna, repele.
No se pueden seguir sosteniendo las mentiras que antes parecían incuestionables. La gente, en su interior, quiere verdad. No sabemos ni dónde ni cómo buscarla, pero estamos demoliendo ese muro que nos separaba y con esas piedras empezamos a construir un puente que nos permite superar el abismo.
Se abre así la posibilidad de la comunicación de corazón a corazón, que es la mayor de las revoluciones, la más grande rebeldía contra este sistema tiránico de la competitividad y el cautiverio de nuestras potencialidades.
Porque si nuestro poder se desarrolla y se desata, los cambios se convierten en posibles y nuestras posibilidades se multiplican, en cuanto rescatamos nuestra diversidad cultural para enfrentar el discurso homogeneizante y Mcdonalizador la cosa cambia.
Y así, rescatando cada uno de donde viene, abrevando de nuestros orígenes podemos dar ese salto sobre el abismo de la incomunicación y la violencia.
De esa índole son las señales que veo escribirse en estos tiempos. En los jóvenes y su ansia de diferenciarse de este mundo que le dejan sus antecesores inmediatos, en los pueblos que han castigado en las urnas a los descorazonadores y manipulantes de un cuento de modernidad y crecimiento perpetuo que nos han asfixiado y dejado en situación de debilidad ecológica.
No hemos llegado al otro lado del abismo, no hemos sobrepasado sus profundidades, pero sí estamos empezando a construir los puentes, a crear las condiciones de poder emprender esa marcha. Ya no vemos la otra orilla como un peligro, si no como un punto de posible unión.
Ese despertar de consciencia, es generada por un vacío. Cuando uno deshecha los antivalores deja un hueco. Esa sensación de ausencia nos desespera, uno no sabe cuánto tiempo puede resistir en el vacío. Pero esa desesperación esperanzadora nos da la posibilidad de completar ese hueco con lo que queramos. Tenemos que estar atentos para no llenarlo de basura, de intolerancia, de diferenciación, de culpabilizaciones.
Ese vacío nos abre la posibilidad de arriesgar, de aprender, de jugar. Así que arriesguemos, aprendamos, juguemos, seamos humanos y no máquinas de trabajar, de producir, de consumir. Podemos convertirnos en verdaderos humanos, despellejarnos del mundo de las mentiras y el sinsentido y dotar a nuestra alma de espíritu humano, de aquel ser humano que cuando ve el fuego no huye como un animal, sino que lo enfrenta y lo doma. De ese humano que no nació para morir, ni nació para ser sufriente.miércoles, 19 de noviembre de 2008
José María Constantini y su escalada
La escalada al Mirador